- El respeto a la libertad personal y la inclusividad.
Las intervenciones no tienen como objetivo el lucimiento personal sino la creación colectiva y nadie es obligado a hacer algo que no tiene ganas o no se siente cómodo. Siempre hay muchas formas de disfrutar y una de ellas y muy válida es la de observar, ser espectador. Cada uno es dueño de decidir desde dónde quiere participar, siempre y cuando no incomode al grupo. Igualmente pensando en que cualquiera que pase por el lugar se pueda sumar las propuestas son siempre simples e integradoras.
- Recuperar la posibilidad de divertirse por divertirse, corrernos del tecnicismo para reencontrarnos con la espontaneidad, la simpleza, la alegría, la emoción, permitiéndonos sentir felicidad por el compartir con otros un momento donde desaparecen por unos instantes la competencia, la presión de la vida cotidiana y las preocupaciones y volver a ser niños por unos minutos.